14 junio, 2017

Censurable

Casi todos los sistemas democráticos se han dotado de mecanismos para controlar, auditar e incluso reprobar a sus gobernantes. Hay algunos países bien cercanos, como Portugal, donde las mociones de censuras son bastante frecuentes y no hay ni que presentar candidato alternativo: con 116 diputados se puede obligar a dimitir al primer ministro.

En los últimos días nos han recordado las mociones que presentaron Felipe González y Hernández Mancha, y ya sabrán ustedes que perderlas puede ser la antesala del triunfo o el principio de la caída en picado. A muchos ya se les habrá olvidado que en Extremadura tuvimos también una moción de censura hace apenas tres años, en medio del debate sobre el estado de la región, e hizo surgir declaraciones subidas de tono: que si la intención oculta era otra, que si el daño que se estaba haciendo a la región, que si no nos habían avisado antes y mil excusas más. En aquellos días creo haber escrito que todo era tan simple como escuchar al candidato, valorar si eran ciertas las razones por las que se censuraba al gobernante y, sobre todo, calibrar si la alternativa merecía ser respaldada por aportar soluciones creíbles a cada problema planteado.

Mientras escribía estas líneas todavía no había terminado la sesión matinal en el Congreso de los Diputados y eran ya cerca de las cinco de la tarde cuando Ana Pastor decretaba un receso para juntar almuerzo, merienda y cena en una sola comida. Un rápido repaso por la prensa digital para hacerse una idea de lo ocurrido durante las primeras horas del debate acababa resultando un tanto decepcionante, porque casi se podía adivinar antes de abrir cada página web las palabras de cada crónica en función del sesgo de cada medio de comunicación: en esto hemos avanzado poco y todo es demasiado previsible.

Sí que sabemos que la moción presentada por Pablo Iglesias no prosperará y habrá quien opine que, si bien podía estar muy cargada de razones, debería haber esperado una ocasión más propicia y con más consenso entre las bancadas de la oposición. En cambio, hay quienes creen que la situación está llegando a un límite de salud democrática. Esta misma semana hemos conocido que la amnistía fiscal de Montoro es totalmente inconstitucional y un auténtico insulto a las personas que cumplen con su deber de pagar impuestos. Ayer, en el parlamento, Irene Montero tardó más de dos minutos en citar las decenas de casos de corrupción en los que han estado implicados políticos del Partido Popular, con varios presidentes regionales encarcelados y con todos los tesoreros imputados desde que lo fundara Manuel Fraga. La semana anterior dimitía el fiscal anticorrupción sobre el que hablaban maravillas los corruptos que están en prisión. No ha habido en la Europa occidental un partido más corrupto desde que se desmoronara la Democracia Cristiana italiana de Andreotti y tangentopoli. A pesar de todo esto, hay una mayoría de diputados que creen que Rajoy no ha cometido nada censurable. En fin.

Publicado en el diario HOY el 14 de junio de 2017

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